octubre 30, 2013

Ventas

...y sentirse de una vez para siempre
olvidado y tranquilo
como un cero a la izquierda.
M.B.

A veces me pregunto
qué vende más
si la poesía o el sexo.

Hubo un tiempo de mi vida
que yo "vendía" sexo
no en las calles
por horas o minutos
ni en los bares
con trajecitos diminutos.
Tampoco estuve
en ningún gremio
donde la prioridad fuese
hablar o vender sexo
pero sin embargo
"me exhibía" ante todos
y escribía 
poéticamente -o no-
sobre sexo.

Para muchos era un escándalo -"¿qué le habrán enseñado?"-
porque para ellos el sexo es y será tabú
yo, por mi parte, ya no escribo sobre sexo
aunque el sexo siga viviendo en mi
ya no está en mis dedos -o sí-.

Y mi pregunta inicial
es más por la difusión
que por la comprensión
una foto de un par de pechos
se puede ver 
más que un par de oraciones
unas piernas bien torneadas
son mejor 
que dos versos medio pensados.

Quizás lo comprenden
lo de las palabras
pero ¿qué se puede hacer
con dos frases cursis?
Mejores cosas ofrecen
un par de pechos bien puestos
y más aún
con quien los lleve.

No sé si envidiar
es comprender 
que aunque la poesía 
venda poco
al final
quede más de ella.
No sé si madurar
es tratar de creer
que prefiero escribir
que estar
vendiendo sexo.

Fragmento.
No lo he terminado de escribir.

octubre 22, 2013

Vivir poéticamente

Transitar en las mañanas
saludando amablemente
y sonreír a desconocidos
es vivir poéticamente.

Ser usuario del Metro
junto a otro millar de gente
y de vaina tener espacio
para viajar decentemente

O subir a un autobús
y escuchar atentamente
al pedigüeño de turno
eso es vivir poéticamente.

Y rogar a las deidades
no toparte frente a frente
con algún amigo de lo ajeno
ladrón o "choro", comúnmente.

Pero si tus ruegos son ignorados
como sucede constantemente
no te preocupes, amigo
estás viviendo poéticamente.

Lo que nos sobra a nosotros
es la tan mentada "suerte"
de mantener a salvo la vida
ya que la seguridad es inexistente.

Al llegar a la oficina
y tomar el café de siempre
hay que pensar, entre otras cosas
que aquí la poesía sí está presente.

Volver a la rutina
del trabajo, humildemente
no nos aleja del todo
de vivir poéticamente.

Si su jefe es buena gente
es usted afortunado
pero si es todo lo contrario
¡pobre madre que tanto ha mentado!

Lo mismo si no trabaja
pero hace de estudiante
¿acaso cree que se salva?
Usted también sufre bastante.

Al finalizar las jornadas
nos toca la mejor parte
vivir lo mismo que en la mañana
pero con el estrés de la tarde.

Otra vez usar el Metro
duplicando la cantidad de gente
o calarse en el autobús
al pedigüeño insistente
al chofer malhumorado
o el Metro retrasado
la hostilidad del proletariado
¡esto es vivir poéticamente!

Cuando llega usted a casa
y cree que todo ha terminado
del grifo no sale agua
o su barrio no está iluminado

Toca bañarse con totuma
y usar velas románticamente
momento propicio para decir
¡esto es vivir poéticamente!

A propósito del artículo de Armando Rojas Guardia.

octubre 21, 2013

Manicomio

Diviso desde una ventana (o balcón) un pequeño jardín cercado por fachadas de edificios... debo estar en un tercer o cuarto piso. El jardín tiene un pulmón verde rectangular en el centro, a los lados tiene caminerías de brillantes piedras pequeñas por donde a duras penas podrían transitar dos personas a la vez. Las fachadas de los edificios se separan del jardín con pequeños arbustos. Me fijo en la fachada que está al frente: paredes blancas, amplias ventanas de madera al estilo del siglo XVIII. Voy bajando la vista y aparece ante mis ojos un portal imponente con dos grandes tablas de madera semi abiertas, a través de las cuales puedo ver el mar y un par o más de yates y catamaranes. Estoy cerca del puerto. Algo me dice que no vivo ahí, que esa es la casa de Fulano de tal. Atravieso la puerta sin darme cuenta siquiera que había bajado ni cómo lo hice... desde el portal el mar parece más una laguna de agua muy cristalina. Hay tres personas jugando en la orilla que, desde mi punto, se ve cerca aunque a ellos los veo diminutos: apenas puedo divisar a un hombre en bermudas y una mujer (lo sé por el cabello largo y el torso cubierto). No distingo a la tercera persona que se acerca por mi derecha, algo me impide voltear... de pronto esa persona lanza desde mi orilla una tortuga al mar y pienso que tocará fondo rápido: no es tan profundo. Pero la tortuga baja y baja y está nadando en aquellas aguas y de repente y sin razón aparente pienso en mi vida y me doy cuenta que no sé quién soy, no recuerdo nada, no sé qué hago ahí y no conozco a esas personas. Me lanzo al agua para salvar a la tortuga, pensando que la orilla está cerca y puedo llegar rápido, pero cuando me sumerjo, la tortuga desaparece, doy vueltas buscándola y no hay nada. Subo para tomar aire y estoy en medio del océano, la orilla que antes me parecía muy cercana está ahora demasiado lejos para llegar nadado. Me siento sin fuerzas para hacerlo, siento que me voy a desmayar ahí, sola, tengo miedo, pero luego sacudo la cabeza y me doy cuenta que estoy en una piscina en un lugar extraño. Me aferro a uno de los lados y veo a una mujer gorda que pasa frente a mi, siento odio, la miro con recelo, como queriendo hacerle daño pero no sé por qué. Tengo un teléfono inalámbrico en la mano (no es un celular) sumergido en el agua, me salgo de la piscina para llamar a mi mamá y me dan ganas de llorar y comienzo a recordar mi vida, todo lo que hasta hace dos segundos no sabía que había hecho. Ahora en vez del teléfono, tengo un cigarro en la mano. El pasillo por el que camino es parecido al de las haciendas de los llanos, con techos de zinc y cestas con matas guindadas de los tubos que lo sostienen... la pared era color naranja... me doy la vuelta por alguna razón y veo a tres personas sentadas en una mesa que parece de plástico, los asientos son lisos, sin espaldar y vienen incorporados a la mesa... llego hasta ellos pero solo veo a uno, es un hombre joven pero parece desnutrido, tiene los ojos hundidos y rojos, algo me dice que es la droga, tiene una chaqueta de cuero negro y una camisa cuello redondo negra. Cuando me siento a su lado me doy cuenta que llevo una bata blanca, pero no le doy mucha importancia, lo miro a los ojos y él me quita el cigarro... le hablo como sollozando "...honey, antes de que vuelva a perder la memoria, quiero contártelo todo..." el hombre se ríe y mira mi mano apoyada sobre el asiento: yo la miro también y noto tengo una cicatriz redonda en el centro del dorso de la mano. Quemada de cigarro. Lo veo y volteo a ver a las otras dos personas, pero están borrosas, solo escucho sus risitas antipáticas. Me doy cuenta que él no es mi honey y de pronto recuerdo que estoy en un manicomio, lo recuerdo todo... estoy encerrada... escucho un grito y levanto la cabeza: veo mi cuarto de paredes blancas. 

Escrito el 16.10.2013

octubre 20, 2013

Confesión #2

No tengo religión. 

Algo que ya saben algunos amigos, pero extenderé el cuento.

Y no creo que la necesite, pero por si acaso, estoy leyendo un poco de todo a ver si algo me convence: debo dar gracias a Doña Wikipedia, aunque sé que necesito más fuentes. Además, eso incrementa mi bajo porcentaje de cultura general al respecto.

Básicamente el cuento es así: crecí bajo el catolicismo, como la mayoría de la gente que conozco, me bautizaron, hice la primera comunión, etc., etc., pero desde que tengo uso de razón, mi familia ha "coqueteado" con prácticas que el catolicismo rechaza: santería, espiritismo, etc., lo que hace un tiempo me hizo pensar que nuestras "bases" religiosas podían ser seriamente cuestionadas y obviamente no son bases tan sólidas como pensaba y que, por supuesto, me alejó de ser una persona religiosa (practicante, mejor dicho) porque:

1. No me gusta la santería ni lo de espíritus que "poseen" a las personas.
2. Al menos la mitad de los católicos me parecen hipócritas y esa cifra aumenta si hablamos de las autoridades (curas, monjas, etc.).*
3. No me impusieron ninguna de las anteriores, es decir, en ese aspecto soy libre y decidí ejercer esa libertad. Fin del cuento.

Debo aclarar mis creencias, por supuesto, que aún no tengo completamente claras porque tanto mezclote me ha confundido, aunque sinceramente creo que Dios debe estar doblado de risa con esta licuadora religiosa:

1. Creo en Dios.
2. No creo en Jesús ni en la virgen ni en todo el cuento que escuché en todos los años de estudio en colegios católicos... así como leo un libro y sé que no todo es literal ni todo es absolutamente cierto, bueno, así.
3. Creo que Dios no castiga: puede ser que en este punto esté mezclando creencias, pero usted no puede hacer algo que dañe o perjudique a otro y salir limpio y/o libre de males... el mundo es redondo, las acciones le dan la vuelta. (Karma, que le llaman, ¿no?)
4. Respecto al karma, no creo en el infierno: lo que aquí haga aquí lo paga... aunque no siempre se corresponda la magnitud de los hechos.
5. Creo que todos vivimos con mezclas de creencias y que eso es totalmente válido: muchos países del mundo han separado las leyes humanas de las divinas, donde unas contradicen a otras... y Dios no ha acabado con el mundo por eso.
6. Creo que no es necesario vivir bajo una religión... pero el mundo no cree eso. No sé si en algún lugar del planeta ya estén asesinando ateos o algo, pero puede ser.

Vamos a dejarlo hasta aquí, quizás siga con la lista en otro momento. 
Después de todo esto, creo que nunca podré practicar una religión.
Cierren el confesionario, por hoy.

*En algún momento escribiré mis opiniones al respecto de todo lo que se refiere a mi antigua religión. (¿Se dice así?)

PD: Se aceptan fuentes de información. Todo conocimiento es bienvenido.

octubre 11, 2013

Carros y lugares

Estoy parada en una calle con mi prima: vemos dos autos negros idénticos (según la información son "Malibú" pero parecen carros de los '60) y alguien que no veo nos está vendiendo los autos. Yo digo que sí inmediatamente, pero no tengo el dinero completo, me faltan 15 mil bolívares. Salgo de la escena de los autos y voy a un balcón a llamar por teléfono a alguien que sé que me los prestará... veo mi mano buscando su número en mi celular... me atiende, le pregunto dónde está y me dice "en la Colonia Tovar", entro por una puerta que está frente a mi, ya no estoy en un balcón sino en una azotea y la puerta da a un único cuarto, sigo hablando por teléfono y le pregunto "¿Con quién?", entro a una habitación de paredes verdes, hay una mesita de noche al fondo, hacia arriba y a la izquierda veo una ventana pequeña y del otro lado una repisa con libros y ropa, sé que hay cortinas aunque no las veo... "Con Karen" me dice por teléfono mientras me mira de frente... lo veo sentado en la mesita de noche, con la espalda apoyada en la pared verde, tiene el torso desnudo y un bermudas, pies descalzos... de repente se inclina, apoya los codos en las rodillas y toma las manos de una mujer entre las de él... y veo la espalda recta de la mujer, su cabello es largo, ondulado, color oro y puesto hacia un lado; está sentada en una cama matrimonial desarreglada, frente a él... cuando le veo la nuca hace ademán de voltear y salgo por la misma puerta por la que entré... "¿Quién es Karen?" le pregunto, aunque sé quién es... "Mi novia, Karen...", no sé por qué siento tristeza, me siento sola, quiero llorar, algo me dice que eso ya lo sabía, que deje el melodrama, aún así algo en el pecho me duele... no sé si de verdad estaba en aquella habitación o solo fue una visión, de esas que tengo a veces... estoy de nuevo en el balcón de antes y lo veo caminando por la azotea con el teléfono en la oreja, ya no veo a la mujer pero sé que sigue con él... tengo un nudo en la garganta, pero le hablo como si nada... "Necesito un favor" ... "Claro, lo que quieras" ... lo noto diferente, como apurado, como fastidiado... "Necesito que me prestes dinero, me voy a comprar un carro y no me alcanza" y lo veo frente a mi, sin teléfono, me dice "No te vas a comprar ese carro tan viejo..." pero desde el balcón veo que remodelan uno de los carros... veo uno negro, como el que vi al principio y uno blanco que era igual al negro de al lado pero lo terminaron y ahora parece un Dodge Caliber, carro que a mi siempre se me ha parecido a una cucaracha. Tiene dos ventanas en el techo, como las alas de las cucarachas voladoras... brillan... le digo por teléfono que lo van a remodelar, que no se preocupe que yo le pago... no sé si me presta el dinero, lo veo sentado frente a la mujer otra vez y ésta vez ella termina de voltear y sé que es una visión porque no me mira, no estoy ahí... ahora sí le veo el rostro, es hermosa pero no sé cómo describirla: tiene cara de modelo, sonrisa de modelo, ojos grandes y bondadosos, pienso que es perfecta... la pone al teléfono, lo veo dárselo y de repente le escucho la voz "Me ha hablado mucho de ti" ... "¿En serio?" ... "Tranquila, lo cuidaré y lo amaré mucho, como tú"... no sé por qué pero confío en esa mujer, no puedo odiarla, no tengo motivos, tiene un físico hermoso y una personalidad hermosa... estoy segura de que no puedo competir con eso, no tendría por qué hacerlo, es mi amigo, siempre será mi amigo... de pronto ya no los veo y estoy en una reunión de gente que no conozco... he visto esas caras alguna vez pero no sé quiénes son... hay un grupo de tres hombres, están borrachos y siento que es mi responsabilidad llevarlos sanos a casa... los llevo al estacionamiento y me dicen que ellos se van en su carro, que vaya adelante en el mío... subo a un carro de copiloto y el conductor es alguien que sí conozco, creo que tenemos una relación pero no estoy segura... comenzamos a andar por una carretera parecida a la ARC, llevamos un rato rodando y hablando muy relajados y el carro comienza a acelerar, vamos muy rápido por unas curvas cuyo "final" es un túnel oscuro, creo que no tiene luz... a medida que nos acercamos al túnel, el carro se va frenando hasta comenzar a rodar muy despacio conforme entramos al túnel... hay mucha gente dentro, los veo a todos porque de algún lado sale luz natural... las personas nos miran, tocan las ventanas del carro, me acarician el cabello... nos hacen señas que me dan miedo, como de pistolas, de muerte, de violación... hay mujeres gordas vestidas con franelillas y shorts, hombres con bermudas, sin camisas y con las franelas en la cabeza, niños mocosos en pañales... pasamos ese túnel sin daños visibles, pero aún tengo miedo. El carro llega a una laguna y tenemos que caminar por ella... me hundo hasta que el agua (que está espesa, por lo que deduzco que no es precisamente agua) me llega al ombligo y sigo caminando... de repente me acuerdo del grupo de borrachos que debía seguirme y desde donde estoy veo el túnel y veo que el carro entra en él, pero en cuestión de segundos ya están caminando detrás de mi y me siento aliviada, feliz... doy tres o cuatro pasos más hasta llegar a una isla donde hay tres señores sentados en sillas de mimbre y hablan muy entretenidos, aunque uno de ellos está en silencio... lo conozco, es el papá de mi prima, murió hace unos meses... no habla, no voltea, parece dormido, como se dormía en las fiestas después de beber mucho... los otros dos señores que no conozco me dicen que ya va a empezar el juego... pienso ¿qué juego? Me doy cuenta que están sentados frente a una puerta, veo a través de ella y hay un estadio de béisbol... los borrachos están acercándose a nosotros con instrumentos musicales: guitarra, trompeta y acordeón... los traen sobre sus cabezas para que no se mojen... son barbudos y de cabellos largos y sin peinar y dan la impresión de no haberse bañado en días... espero que lleguen; todos estamos secos, me abrazan y entramos al estadio... ahí veo el montículo donde debería estar un pitcher pero veo el auto cucaracha blanco y el negro con el capó abierto... volteo y veo el cuarto en la azotea... tiene novia... la besa... la ama, literalmente... parpadeo y veo una pared blanca... toco el botón de mi celular... 4:35 am... 

...maldita sea...
...odio recordar tan bien este sueño de mierda.
Eso no lo tuiteo.

octubre 08, 2013

"Recuerdos" Plus

Sé que me olvidé de este proyecto, pero créanme, ahora más que nunca tengo los recuerdos frescos... de hecho, el de hoy es uno que no me ha dejado en paz, no sé por qué me acuesto y me levanto pensando en ello, así que lo voy a escribir a ver si me deja tranquila. A esta persona no la conocí, de hecho lo más que le dije fue "mucho gusto", pero sus hijos han estado en mi vida antes y mucho más después de su muerte. Esta entrada será algo atípica, por eso es "plus".

De mis recuerdos:
Marlen

La primera -y única- vez que vi a la señora Marlén fue en mi graduación: una amiga me estaba tomando fotos con una cámara semi profesional y Génesis me pidió que le tomara una foto con su mamá y su hijo. Probablemente hubiese conocido a Emmanuel ese día, pero supongo que son cosas del destino. No le di mucha importancia al asunto y por eso no me explico cómo tengo ese recuerdo tan presente, a pesar de todo lo que se vive en dos días de actos de graduación. 

Estaba en primer año de la carrera cuando vi a Genesis por primera vez: siempre estuvimos en secciones diferentes y sin embargo su grupo "odiaba" al mío y viceversa. Fue así durante más de tres años. Al principio la confundía con otra (Carolina) y pensaba que eran una sola persona porque ambas tienen el cabello negro, ondulado y se vestían parecido (jeans, zapatos deportivos, etc.) hasta el día que las vi juntas y dejé de creer que estaba loca porque unos días la veía morena y otros días blanca. Lo cierto es que, cuando nos tocó hacer prácticas profesionales juntas, el "odio" de más de tres años se desvaneció en menos de tres meses. Cosas de la vida.

El último recuerdo que tengo de ella antes de la muerte de su mamá coincide (más o menos) con el primer recuerdo que tengo de su hermano: las fiestas de graduación. Yo estaba con Raquel, Gaby y unos tragos de más (o de menos, comparado con el final de la fiesta), pero recuerdo perfecto que estábamos en el "lobby" chismeando a un matrimonio que se tomaba fotos antes de entrar a su respectiva fiesta cuando se bajaron Génesis y Emmanuel de un carro (lo que no me permite recordar el ron es el protocolo de presentación) y nuestro trayecto desde la entrada hasta la mesa fue fotografiado escalón por escalón. Las fotos ayudan a la memoria.

El último recuerdo que tengo de Emmanuel antes de la muerte de su mamá es una foto que se tomó de mi teléfono el jueves antes de ese viernes que le cambió la vida. Repito, las fotos ayudan a recordar: él sale con una mueca que odio (y nunca se lo he dicho) en unas escaleras mecánicas de un centro comercial. Tengo la certeza de que no entramos al cine, pero no recuerdo qué hicimos y, cuando decidimos irnos, su mamá lo llamó para que le comprara un postre... entramos a un local y él pidió una tartaleta de fresa (o una torta, no estoy segura) y nos fuimos.

Luego de leer el mensaje con la noticia el sábado en la mañana, recuerdo absolutamente todo lo que viví ese día, pero básicamente fue así: Génesis llegó, luego Emmanuel, fuimos al cementerio, los abracé pocas veces porque había mucha gente, los llamé al final de la tarde... el recuerdo más vivo y más triste de esos días tan difíciles fue en la entrega del título post mortem. Además, el día que los acompañé al cementerio... pero, en general, el proceso de haberse caído y levantarse poco a poco ha sido duro. Incluso hoy no puedo afirmar que estén completamente de pie.

La verdad, no sé de dónde saqué tantas palabras para la misma tristeza en tantos días diferentes, cómo me abstuve de llorar cuando él lloraba, de dónde me salió fuerza y valentía para apoyarlo cuando, en vez de levantarse, quería escarbar la tierra, hacer un hueco y meterse dentro. Fui alguien que él necesitaba y que yo no sabía que podía llegar a ser. Hay ciertas cosas que no sé si deba decir, pero aquí -y omitiendo el por qué- puedo darle las gracias, señora Marlén.

octubre 04, 2013

Cartas al azar: Pablo A.

Luisa:

Te escribo estas líneas porque no tuve el valor de llamarte después de recibir tu invitación, tampoco te envío un mail porque sé que esas vías "antipersonales" y tú no se llevan bien. Gracias por invitarme, la verdad quedé muy sorprendido de que vayas a casarte, después de tus grandes discursos de mujer de mundo que no se amarraría a ningún hombre "porque eso sería perder parte de mi esencia como mujer", lo recuerdo muy bien. No me voy a desviar, te doy las gracias porque es lo único que puedo hacer, no me pidas que asista a tu boda, conoces mejor que nadie mis sentimientos y no soportaría verte de blanco frente a otro hombre que no sea yo. En fin, no quiero sonar sentimental ni mucho menos incomodarte, solo quiero desahogar un poco esto que llevo dentro desde hace mucho. La verdad, más fue la sorpresa de con quién te ibas a casar que el casamiento en sí mismo: ¿Pablo B.? ¿De verdad? ¿El mismo Pablo B. que ambos conocemos? Mi mejor amigo, mi hermano, que dejó de hablarme cuando se enteró de lo que yo sentía por ti... ¿ese? Lo siento, no puedo imaginarte con él, me niego a hacerlo, no porque sea un mal tipo, de verdad es una buena persona, pero considero que tú te mereces a alguien mejor, que tampoco puedo decir que sea yo porque vamos, no soy perfecto ni tengo más que ofrecerte de lo que te puede ofrecer él, solo digo que tú eres una gran mujer y como tal, te mereces un gran hombre a tu lado. Pero bueno, que tampoco voy a reprocharte nada ni a criticar tus decisiones, no tengo derecho, hace más de cinco años desde la última vez que nos vimos y no recuerdo que haya sido la mejor velada del mundo, qué bueno que tu relación esté tan fortalecida y sea tan seria como para dar ese paso. Como seguramente imaginarás, yo sigo en el mismo escritorio de la última vez, escribiendo una novela diferente a la de la última vez pero escribiendo al fin, igual que siempre, a diferencia de ti, que haces tantas cosas y a diferencia de Pablo B., que a pesar de su fama en la universidad (y de los rumores de corrupto que rondan por ahí) he escuchado que es un abogado respetable. No es que yo lo crea, ni mucho menos, pero los chismes corren y uno nunca sabe, la gente cambia o no, yo de corazón espero que mi amigo (o debería decir mi examigo) sea un hombre de carácter y principios como nunca antes lo ha sido. Discúlpame la broma, a mi tampoco me hizo gracia. A mi el derecho solo me sirvió para desbordar mi imaginación y usar la habilidad de la palabra que ustedes tienen para plasmarla en papel, para nadie es un secreto que nunca fui bueno para pronunciar sino para escribir, así que no hubiese sido un buen abogado de todas maneras. Me alegra que ustedes sí lo sean y que les vaya muy bien, les deseo mucha felicidad en sus vidas, lástima que no tenga, digamos, la voluntad de acompañarlos en ese día tan especial para los dos. Además, quiero que sepas que no estoy solo, a pesar de todo conozco tu preocupación por mi soledad y porque no envejeciera al lado de los puros papeles y lápices, luego de papeles y máquina de escribir y ahora todo teclado y pantalla del computador. Quiero aliviarte esa angustia (si es que aún la tienes) y confesarte que no estoy solo. ¿Te acuerdas de Sara? La calladita del fondo del salón, la que dejó la facultad a media carrera para dedicarse a las artes escénicas... pues en mis escapadas a la Facultad de Artes, esas que criticabas tanto porque podía perder mi beca, entablé una relación de amistad algo tímida con ella y después, cuando nos graduamos y nuestras vidas se separaron en distintos rumbos, seguí visitando aquella facultad, más por ella que por las ganas de escribir y me refugié en ellas (la facultad y Sara, claramente) y en el mundo artístico, conocí mucha gente y mantuve mi mente ocupada en gente nueva, ideas nuevas y la carita de niña de Sara, para ver si olvidaba un poco lo que sentía y pues aquí estamos, ella actúa, yo escribo, ambos en una vida ajustada pero contentos, sin más compromiso que una pieza (y sus deberes) compartidos, críticas constructivas del trabajo del otro y varias noches siendo un solo cuerpo. Tampoco quiero incomodarte con mi intimidad, en general la información que quiero que tengas es que hay mucha gente en mi soledad, casi todos los artistas suelen están solos por dentro pero nunca por fuera, y quizás estoy exagerando al considerarme artista pero ya ves, gajes del oficio. Ya me he extendido mucho y casi es hora de cenar, sigo cocinando tan bien como antes, o eso dice Sara, quien probó mis exquisiteses por primera vez cuando lo hiciste tú por última. Aprovecho para agradecerte todos los años de amistad que, aunque no es igual que antes, sigue siendo amistad, al menos de este lado, no sé qué opinarás tú y me gustaría saberlo. Gracias nuevamente por la invitación, quizás mi inseguridad me lleve a comprobar si realmente te casarás así que, por si acaso, no ocupes mi puesto en tu organización de las mesas.

Cariños, 
Pablo A.

PD: Agradezco que hayas puesto "para 2 personas" aunque sea por protocolo, sabes que no hubiese tenido el valor de ir solo, en caso de que decidiera ir.

Me siguen los buenos