julio 12, 2014

Valor

Qué triste, Carlos... ni una carta.
Yo que te escribí tantas, y tú no pudiste dejarme ni una nota en la nevera.
Que te ibas, que nos dejabas aquí... solas... no entiendo.
¿Acaso no te importamos? Tu hija no ha parado de llorar.
Ella no lo entiende, yo no sé si estoy tratando de justificarte.
Siempre fuiste obstinado, pero esta vez te pasaste...
Te empeñaste en mantener y aumentar todos nuestros bienes. 
Siempre me opuse a esa manía tuya de aferrarte a lo material.
Y ahora, te fuiste y no te llevaste nada...
¿es que acaso el carro valía más que tu vida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me siguen los buenos