Como muchas otras tardes de ese año, estaba esperando... ya todos se habían ido y yo, con uniforme de deporte, acompañada de mi bolso y unas cuantas hojas de árboles, estaba sentada en la acera de mi colegio, esperando... más hojas caían de los árboles, los carros pasaban y ninguno se detenía y comenzaba a lloviznar... cerré el libro que estaba leyendo para que no se mojara y, con las primeras gotas de lluvia se asomaron también gotas en mis ojos... otra vez lo mismo de siempre...
Un carro vinotinto cruzó en la esquina e hizo cambio de luces... es él... me sequé las lágrimas rápidamente y menos mal que lo hice... si redacto alguna conversación aquí, estaría mintiendo porque no lo recuerdo... no era él (nunca fue él) y no tenía excusas creíbles para estar allí a esa hora, pero a ellos no les importó, me invitaron a montarme en el carro y me llevaron a su "tarde de hombres" en casa de uno de ellos: videojuegos, cervezas (o cualquier otra bebida, tampoco lo recuerdo), música, y la verdad hoy agradezco con la vida que me hayan hecho parte de todo eso...
...aunque ellos ni se enteraron, esa tarde fueron mis ángeles.
Si me leen, les decíamos "Los Carlitos" en el colegio: les doy las gracias, AMIGOS.