Tú ya no sabes quién soy pero yo intento no olvidarte. Debe ser horrible no poder recordar momentos hermosos... no poder recordar cuántos días sonreíste, ni cuánto tiempo sentiste paz, eso debe ser un castigo muy feo. Pero tú lo decidiste, yo simplemente lo acepté. No voy a olvidarte, ¿para qué? Si me gustó mucho que pasaras por mi vida, que apagaras las velas y me iluminaras con tu risa, ¿por qué lo olvidaría? Si nadie nunca me había llevado por su camino tomada de la mano, ofreciéndome sin querer un mundo que yo anhelaba -y quizás necesitaba- para crecer. No quiero olvidarte, aún despierto con la sensación de que sigues en mi vida; dura tres segundos, pero son unos hermosos tres segundos. No puedo, porque cada minuto de cada día que estuviste aquí me hiciste desear ser mejor persona. No voy a olvidarte, solo para llevarte la contraria, porque sé que tú si olvidaste quien fuiste. No pienso olvidarte, me obligo a recordarte para poder detestar a la persona que eres hoy. No eres nadie, comparado con quien eras. Me da pena decirlo; pena de tristeza, no de vergüenza... eso te lo dejo a ti.