septiembre 28, 2010

Historias

Una historia empieza justo cuando termina la anterior...

Una amistad que se convierte en amor platónico, la unión de dos almas que se compenetran tanto que sienten que no pueden estar lejos la una de la otra.. Pero físicamente lo están. Ese amor que va surgiendo palabra por palabra, pensamiento por pensamiento, es algo inexplicable que todo el mundo comprende. Ese amor que enloquece, que piensas nunca haber vivido y jamás volver a a vivirlo.. Esa nube que te lleva hacia paisajes hermosos que nunca imaginaste conocer, que te eleva y te hace tocar las estrellas. Y poco a poco te hace bajar y entender que todo lo mejor está en la tierra, junto a esa alma que completa tu ser, que te llena de energía para continuar, a pesar de las caídas, de las derrotas, de la lluvia que una vez recorrió tus mejillas. Esa alma que te acompaña aún en las noches más solitarias de tu vida, que te ayuda a ser mejor persona, que te ama en silencio y a gritos y que no puedes evitar corresponderle. Esa misma alma que te falla una y mil veces y que perdonas una y mil veces. Todo es hermoso y grandioso pero algo falta, algo anhelas y esa alma no puede complacerte en eso. Física. Tacto. Lo tangible. Aquello de lo que crees tener certeza pero que no puedes comprobar. Pero aún así amas esa alma como a ninguna otra jamás. Sabes que debes alejarte, que por más amor que exista, ella te hace daño. Pero no quiere irse y tú tampoco quieres que se vaya. Es adictivo y no sabes como escapar. El amor es tan fuerte que crees que es real, pero no lo es. Esa alma te hará daño porque no completará el amor, siempre será invisible, intangible. Y tu alma necesita tocar, necesita ver. Duele, tu alma llora porque duele, pero el amor vence y la fortalece. Tu alma es feliz a ratos y se conforma. Esa alma jura amor y tu alma le cree, a pesar de no poder darle lo que pide. Dos almas, un amor. La felicidad a medias, el dolor. Viven separadas pero unidas en palabras y pensamiento. Morirán, con su amor a gritos en el silencio, donde sólo ellas se escuchan y se comprenden. Y en ese silencio, cuando esas almas griten tan fuerte su amor que no escuchen a la otra, empezará otra historia...

Nota final: el alma a la que me refiero aún no grita en el silencio, ella es feliz a ratos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me siguen los buenos