La montaña rusa: riesgos, miedo, excitación, emoción.
Dios, el guía de la máquina donde decidí subirme y quien me otorgó la fuerza para asumir el riesgo, superar el miedo, disfrutar de la excitación y mantener la emoción; el principal promotor de mi vida.
Suset y Carlos, motivadores y cómplices de mi visita al parque, sobre todo en los últimos dos años; ellos y Mamalicia, orgullosos de mis logros, son pilares y compañeros de mi vida: los amo profundamente y así será siempre.
Lucía, compañera de las curvas y vueltas disfrutadas y padecidas en la montaña rusa; con su experiencia previa nos enseñó a disfrutar la duración de la atracción, asumió el riesgo, tuvo paciencia durante el miedo y celebró la emoción.
Carmen y Darwin, rieles de la montaña, guiándonos desde el inicio y orientando el camino; abrieron paso a la emoción del juego y siempre fueron oportunos desapareciendo en la cima y reapareciendo en las vueltas más peligrosas.
Anita, Gaby, Joa, novatas en la experiencia, compañeras y amigas de ayer, hoy y mañana: nos subimos en esta atracción y llegó la hora de bajarnos. Disfruté los gritos, lloré los miedos y las angustias, asumí y acepté los riesgos y errores. Existirán otras montañas, pero esta primera vez fue única y será inolvidable.
Compañeros y amigos novatos en otras atracciones, que asumieron riesgos y sintieron emociones similares; fue un placer compartir este camino.
Profesores, Tíos, Primos, Familiares y Amigos acompañantes, atentos y preocupados por mi bienestar físico y emocional; siempre presentes en mi vida.
La Universidad Central de Venezuela y Escuela de Trabajo Social por ser los parques de diversiones más entretenidos y completos del mundo.
A ellos y a todos los demás que me dieron ánimo: Infinitas y merecidas gracias. Esto es por y para ustedes.
Karla Suzet Ibarra Herrera
awwwwwwwww... cochinamente conmovedor BITCH! <3<3<3<3
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