diciembre 17, 2013

Me faltó poesía

No estuviste cuando vi el simulacro de atardecer en Copacabana. No estuviste mientras caminé bajo la lluvia por Ipanema. No llegaste en Corcovado ni en Pan de Azucar, ni en ninguno de los sitios que visité. Y me hiciste falta. Me hiciste falta para sonreír más, para llorar menos, para disfrutar, para dejarme llevar y restarle importancia a los pequeños detalles que se hicieron gigantes sin ti. Me faltó tu luz para alumbrar tanta oscuridad. Me faltaron ideas para disfrazar ciertas cosas. Soy insoportable sin vos. Me hiciste falta sobre todo para dejar de pensar y comenzar a soñar.

Me faltó poesía en Rio de Janeiro y quizás por eso creo que debo volver. Volver con Abbie, que no quiso ni voltear a verme, ni voltear a verlo a él, lo que creo que es un gran paso. Volver con ella que se merece esta vida más que yo, y que no se merece lo que le he hecho vivir, no se merece comentarios hostiles, denigrantes, degradantes. Abbie, mi Abbie, no se merece tan poco.

Pero nada de todo esto puede restarle, digamos, majestuosidad a Rio de Janeiro -al lado que conocí de la ciudad-, sé que vendrá un momento de inspiración donde escribiré maravillas de lo que viví, de lo que sentí, de lo que pensé allá. No escribí nada durante esos ocho, nueve, no.sé.cuántos días, a excepción de la última noche, donde te volví a llorar. También me falta poesía para dejarte ir. 

Poesía y un psicólogo.

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