De mis recuerdos:
Papajota
17 de Diciembre de 2012 a las 23:25
Era una niña... 4 o 5 años, no lo recuerdo con exactitud. Vestía camiseta y shorts, como de pijama, medias cortas y zapatos negros con broche. Venía de la bodega que siempre ha existido en mi calle, desde que tengo uso de razón; últimamente me pregunto desde cuándo una persona comienza a guardar recuerdos, porque este que escribo es un recuerdo muy lejano, quizás mi primer recuerdo... venía de la bodega con mi abuelo: un hombre negro, corpulento, un poco barrigón, con franelilla blanca de algodón -de esas que usan los hombres bajo las camisas-, con un pantalón de lino marrón oscuro y unas sandalias cruzadas, sin broches ni sujeta dedos: los pocos recuerdos que tengo de mi abuelo siempre los asocio a esas sandalias. Iba de su mano y recuerdo con claridad que sentía sus arrugas, su calidez y su firmeza que para mi se tradujo en cariño y seguridad... y hoy sigo pensando lo mismo.
Recuerdo que caminamos unos 100 pasos por la acera contraria a la de la bodega, al lado de una pared de cerámica roja, yo volteé y él me sonrió, sus dientes eran muy blancos a pesar de que, por lo que sé, no iba al odontólogo, ni a ningún otro médico, la gente "de antes" suele ser así, curarse por sí mismos y no confiar en ningún "batablanca"... su mirada era tierna, sus ojos café y sus arrugas "pata de gallo" se unían a sus arrugas de los pómulos al sonreír... era mi Papajota.
No recuerdo a un papajota más vivo que ese, pues mi último recuerdo de él es triste: postrado en una cama de hospital -o clínica, la verdad da igual-, con los ojos cerrados y bendiciendo a una Benita -así me decía- que se despedía porque ya era tarde y debía ir al colegio al día siguiente. Lo recuerdo sin expresión, como meditando, como si no quisiera ver a nadie; con sus manos en el pecho aguantando la sábana como si creyera que alguien vendría a desarroparlo; en una habitación de paredes blancas, pálida, sin alegría, fría por el aire acondicionado y llena de gente porque él nunca estuvo solo... yo me despedí y lo besé y no tengo muy claro si abrió los ojos para verme, pero fue la última vez que lo vi con vida... si a eso puede llamársele vida.
No sé por qué tengo esos recuerdos tan vivos, como si todo hubiese pasado ayer, pero tenía que escribirlo por si acaso alguna vez lo olvido: no quiero olvidar a la gente que quiero y creo, no, estoy segura que no va a ser el último recuerdo que escriba para prevenir a mi memoria que, aunque es joven, ya empieza a fallar.
PD: Todo lo escrito en cursiva fueron correcciones de hoy.
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