enero 30, 2011

La primera historia

Ella tenía 15 años cuando lo conoció.

Su primera impresión de él fue mala. Nadie en su sano juicio confía en alguien que tiene un correo electrónico que incite a realizar actos sexuales. Nadie de su edad, al menos. Él insistía en querer conocerla y Ella se irritaba, pero le intrigaba su insistencia, así que accedió. Además, estaba muy ocupada como para extenderse en una conversación con un desconocido.

Horas que se convirtieron en días, días en semanas y semanas en meses. Su mundo de ilusiones empezó a llenarse con cada una de sus palabras y sin decidirlo, se enamoró de él. Ella, así se llama esa niña que llegó a mujer en manos de una persona que hasta el sol de hoy no ha dado la cara. Cada día era maravilloso para Ella, él se convirtió en el centro de su vida, no había un día en que no lo tuviera presente, incluso en los días más difíciles, él estuvo ahí. Poco a poco descubría cosas de su vida, cosas que para él eran irrelevantes, pero que a Ella le emocionaba saber.

Fantaseaba. Muchísimo. Imaginaba cómo sería conocer a su familia, que él la presentara como su novia, como el amor de su vida. Imaginaba tardes en el sofá viendo películas y besándose. Imaginaba y deseaba con toda su alma que él fuera el primer hombre en su vida. Y el último, quizás. Imaginaba un anillo en su mano, haciendo diligencias para una boda, sintiendo amor en todas y cada una de las acciones que realizara.

Pero en la realidad pasaba noches en vela llorando con él, sintiendo su tristeza, su depresión. Incluso llegó a sentir miedo de que pudiera pasar lo peor; él era débil, había intentado acabar con su vida y Ella había sufrido mucho por eso. Se imaginaba llegando a su casa, toda su familia rogándole que no lo hiciera y rogándole a ella que lo ayudara, y Ella lograba convencerlo de seguir viviendo, lo abrazaba y le besaba tiernamente la frente. Sabía que él se sentía seguro a su lado.

A veces sentía celos. Celos de sus amigas de la universidad, de sus vecinas, de todas las mujeres que lo rodeaban. Mujeres que estaban más cerca de él que Ella y el amor que sentía. Era difícil, él las seducía, y –supone- también se las llevaba a la cama. Ella odiaba esos pensamientos, porque sabía que estaba muy lejos de pisar siquiera la calle donde él vivía. Y nunca lo hizo.

Imaginaba que salían como los novios que eran. Él la llevaba a un lugar mágico, de esos donde se iba cuando quería estar solo y no saber de nadie más que de Ella. Se imaginaba viendo el atardecer o el amanecer con él en la playa, era lo que más le gustaba imaginarse. Además, claro está, de imaginarse presumiendo a su novio universitario entre sus amigas del liceo. Eso jamás sucedió.

Recuerda el día que debió ser el más feliz de su vida, pero no lo fue: su graduación. Ese día él le prometió que iría, y Ella guardó una entrada para él. Esperó, hasta el último momento. Había pasado más de un año desde la primera vez que le habló y nunca lo había visto. Muchas veces la había dejado plantada, pero quería creer que esta vez sería diferente. Pensó que estaría afuera al terminar el acto. Lo buscó discretamente con los ojos entre la multitud. Y nada.

El día de su graduación es equivalente al día más triste de su vida. Él casi lo logró. Y Ella lo supo muchos días después; aunque estaba triste y decepcionada, su ausencia la angustiaba, no dormía. No conocía a nadie a quien pudiera preguntarle y no sabía a dónde ir. Él estuvo en coma por una semana, o un poco más. Y Ella estuvo con el corazón en un hilo, con el alma perdida, buscándolo. Lo odió cuando se enteró. Ese fue el inicio del fin.

Un fin que nunca se concretó, pero fue un fin. Han pasado cuatro años desde ese final y Ella aún lo ama, pero ahora es diferente. Es como amar a alguien que sabes que no verás más nunca en tu vida, como amar a un fallecido. Y no se arrepiente de todo lo que vivió, pero si pudiera, lo cambiaría. Sabe que lo llevará en su corazón toda la vida, lo amó muchísimo, fue el primer hombre al que amó de verdad, a pesar de todo. Y eso jamás se olvida.

PD: Todo lo que se narra aquí fueron hechos reales. Ella quiere creerlo así.

Firmado y sellado.

enero 28, 2011

Extraño

Extraño en mi mente
conocido en mi corazón

Extraña tu entrada a mi vida
como el hecho de seguir en ella
Extraño que nunca te vayas
como extraños los días sin ti
e igual de extraños son contigo

Extraño en mi corazón
conocido en mi alma

Extraña mi almohada con tu olor
como extraño es que nunca la hayas tocado
Extraño que sienta tu sabor
aunque jamás te haya probado
como extraño es no poder verte
e igual de extraño necesitarte

Extraño en mi alma
conocido en mi mente

Extraño conocer tus detalles
y saber cada uno de tus pasos
Extraño es extrañarte sin tenerte
como extraño es tenerte y extrañarte
e igual de extraño no haberte tenido

Extraño en mi mente
conocido en mi corazón
Extraño en mi corazón
conocido en mi alma
Extraño en mi alma
conocido en mi mente

Extraño que los tres te extrañen
como extraño es que te conozcan
Extraño que en ellos seas extraño
como extraño es que sean tu anhelo
e igual de extraño que tú seas su dueño

...para A.A.,
firmado y sellado.

enero 16, 2011

Esa sonrisa hermosa

Hoy "ella" disfrutó un día, entre recuerdos y nostalgias, pero en sus ojos no llovió. Por el contrario, una sonrisa hermosa brillaba en su rostro.

Mucho tiempo tenía que no la veía sonreír así. Su corazón está sanando y eso me hace feliz. Porque sé que puedo estar tranquila si llega a tomar las riendas de nuevo, sé que está lista para volver a amar y que tiene la madurez suficiente para afrontar cualquier situación. Nada será peor que aquello, pero ella tiene la esperanza de que sea mucho mejor. Hoy ella está feliz.

Fue de repente, cantando canciones que le recordaron la época más feliz/triste de su vida. Recordó que sonreía como nunca antes había sonreído (y como no lo había hecho desde entonces) y sentí envidia, porque yo aparecí en su vida mucho después de ese momento y no conocía esa cara, esa sonrisa inocente, de felicidad, de seguridad, de certeza de que todo estaría bien. Y me gustó. Ella tiene una sonrisa hermosísima, mucho más que la mía, intentando fingir felicidad. Ella la siente, la vive.

Y es que cuando uno sonríe recordando las cosas que antes nos hacían llorar, es porque definitivamente ya fueron superadas. Ella recuerda lo feliz que fue, olvidó el daño, lo malo, lo triste, y sigue adelante. Yo, con un nudo en la garganta y los ojos aguados solo la miro y la admiro, siento envidia y me siento feliz por ella, porque tuvo las bolas que no tuve yo de mirar hacia atrás y ver solo lo bueno, de perdonar y seguir adelante.

Si todos pudiéramos sonreír como ella lo hizo hoy, seríamos los seres más afortunados del planeta. Fue mágico, no se imaginan. Quizás su sonrisa dure un solo día, pero fue el mejor regalo que pude recibir, porque he decidido imitar esa sonrisa hermosa por el resto de mis días...

Firmado y sellado.

enero 06, 2011

Érase una vez: una disputa.

O el final de la última palabra, quién sabe. La lucha que tengo conmigo hoy, no es sentimental. No me siento mal, ni me arrepiento de nada de lo que he hecho. Pero mi otra yo, la que piensa como princesa de cuento, me ha juzgado todo el día, y ya me estoy irritando...

Yo: ¿Qué tiene de malo?
Ella: Todo, es obvio. Estás comportándote como si fueses un objeto, te utilizaron.
Yo: Nadie me utilizó, deja la paranoia. Además, tú no estabas ahí.
Ella: Tampoco quería estar en un lugar donde no me quisieran.
Yo: No te quería ahí, tu pretendes que todos los hombres con los que yo esté te amen, y eso es imposible.
Ella: Porque no buscas uno que quiera amor, todos quieren solo sexo.
Yo: La que necesita amor eres tú, yo estoy feliz siendo como soy.
Ella: Pero debes considerarme, yo también tengo necesidades...
Yo: ¡Cállate! ¿Cuáles necesidades? ¿Sentirte amada? Eso ya lo has sentido y ha sido hermoso, pero siempre te decepcionan, ¿para qué enamorarte de alguien que no lo valorará? Te sentiste deseada y te gustó, pero desapareciste cuando empezó a importarte... ¿Por qué me reclamas ahora?
Ella: Yo no desaparecí, tú me ocultaste. No quieres que esos hombres me conozcan, porque sabes que me harán daño y no quieres eso, y te haces la dura y crees que lo único importante en la vida es el sexo, pero un día te darás cuenta de lo contrario.
Yo: Yo no te oculté. Quería ser protagonista al menos una vez, y lo logré, ¿no?
Ella: Si, y te sentiste bien, por lo que logré ver. No me involucré, pero lo vi todo, y de verdad estás viviendo como te da la gana. ¿Dónde quedo yo?
Yo: Justo donde estás. No quiero que vivas esta etapa de mi vida, no lo mereces, además, porque me hiciste infeliz mientras tenías las riendas...
Ella: Está bien, no he sabido escoger, pero tampoco estoy de acuerdo contigo, no podemos ir por el mundo disfrutando transeúntes de nuestra vida
Yo: ¡Claro que si! El día que uno de ellos quiera quedarse, va a tener que demostrarlo y echarle bolas, porque esta casa en esta zona es muy cara.
Ella: ¡Qué básica! No somos una propiedad, ¿puedes quererte un poquito?
Yo: Deja el drama, es un decir... Una metáfora pues.
Ella: Sí, y bien fea.
Yo: Bueno, el punto es, querida amiga, que así como tu dices que yo no puedo entregarle mi cuerpo a cualquiera, tú tampoco puedes entregarle tu corazón a cualquiera. Es más, tú pierdes más que yo, porque el amor es algo que va más allá. Si yo me equivoco entregando mi cuerpo, no tiene mayor relevancia, porque fue algo tangible, algo superficial, es más, me queda el "consuelo" de haber disfrutado, de haberme quedado con una parte de esa persona, y de tener la certeza de que no me olvidará, independientemente de haber sido bueno o malo. Siempre habrá una razón por la cual seré recordada. En cambio tú le entregas tu corazón a quien crees que se lo merece, vives por y para esa persona, pero siempre tienes la duda, la angustia, el desespero de no saber si eres correspondida. Eso no es bueno, porque además crees que tu felicidad depende de esa persona, de si te quiere o no, de si te busca, te escribe, te llama o no. Y he aprendido que eso podemos evitarlo.
Ella: Pues yo he aprendido que por más hombres con los que te acuestes y por más que "estén pendientes de ti" siempre estarás sola. Al final, yo me quedaré sola y eso te dolerá más a ti. Con esa conducta tendrás muchos amantes, pero ningún amigo, ninguno que te ame, y bien sabes que amar es esencial en la vida, es lo que te llena, aunque no lo aceptes. Puedes lograr que uno de ellos te ame y enamorarte de él, pero no quieres, no lo haces porque en el fondo dejas que yo decida, para después culparme por los malos ratos y las lágrimas. Tu siempre estás cuando yo tomo las riendas, pero me apartas cuando decides tú, ¿cómo crees que seremos felices mientras tú tengas la batuta de nuestra vida? Eres egoísta, no demuestras que quisieras que cada transeúnte que pasa por tu casa quisiera quedarse, y por eso te resignaste a que se fueran, y cuando no se van, los corres, eres el miedo hecho persona.
Yo: ¿Y para qué quiero que se queden? ¿Para que se quejen de mi, me amarguen la vida, me hagan sonreír de vez en cuando, me saquen a pasear y me hagan el amor una vez al mes; para vivir como la sociedad cree que debemos vivir? No, gracias.
Ella: Definitivamente, no tienes ni un poquito de sentimientos. No sabes lo rico que es sentirse amada, que te consientan, que te necesiten. No sabes lo bueno que es hacer el amor, no tener sexo ni acostarse con alguien, no, ¡hacer el amor! Entregar cuerpo y alma entre las cuatro paredes de una habitación, sin pensar en nada más que en lo que está pasando, en cada segundo de ese encuentro, en cada movimiento, cada palabra, cada caricia...
Yo: Si, si, claro que lo sé. Y ajá, es mil ochocientas veces mejor, pero no ha llegado esa persona, sabes quién es y nos ha decepcionado a ambas. ¡YA DEJA DE HABLAR TANTA PAJA!
Ella: Entonces ¡DEJA DE JODERME LA VIDA, NO ME PREGUNTES SI ES BUENO O MALO, COÑO! Si me vas a formar un peo por decirte lo que no quieres escuchar, no me preguntes nada y ahórrate tu "preocupación" por mi.
Yo: Bueno, después no te quejes.
Ella: No diré nada más respecto de nada. Jódete sola.
Yo: Gracias por nada.

¡¿Se dan cuenta por qué me da migraña?!

Firmado y sellado.

enero 03, 2011

Conóceme: mensaje al autor.

No lo has hecho y, después de esto, creo que no lo harás
y no me importa, pero el desahogo en estas líneas es necesario antes de actuar.
No soy yo a la que lees, no es mi forma de expresar
solo invento e intento una mujer nueva que trata de dejar todo atrás.
No me gusta, para nada, la comida del mar
y evito, entre otras cosas, levantarme al despertar
prefiero disfrutar un rato más la calidez matutina de mi cama
siempre uso reloj y no logro quitarme la mala fama
creo que sabes que me encanta sonreír
porque, a pesar de lo malo, es mi manera de vivir.
No pienses que es todo lo que sabrás,
tampoco es lo único que diré
nunca es tarde para contestar
lo que creo que mereces entender.
Me gustan los príncipes azules, esos que no existen
soy cursi/romántica, como lo quieras llamar
tal vez te parezca extraño, por mi manera de hablar
pero no me gusta expresar que casi todas las películas me hacen llorar.
Además de eso, soy especialista en el sarcasmo
supongo que es un escudo resistente a cualquier daño
eso no es nuevo, debes pensar
lo novedoso es que en el fondo, es un escondite encontrado al azar.
No suelo ser puntual y soy muy penosa
no me gustan los chocolates ni las rosas
disfruto un buen libro, de esos que hacen pensar
que la vida es una sola, pero con mucha experiencia por ganar.
También sueño, igual que todas las mujeres
en ser "salvada" y amada por un hombre fuerte
si, es estúpido, pero un poco inevitable
recordar los sueños de la infancia, los inalcanzables.
Me gustan las canciones de amor, de despecho y de dolor
a pesar de no tener a quién cantárselas de corazón
¡ah! también me gusta cantar, y escribirte
aunque no tomes en cuenta lo que entre líneas quiero decirte
pero aquí estoy inventando un par de versos
intentando que me expliques, por qué ignoras tus sentimientos.
Quiero que sepas también que odio la mentira
que detesto el café negro y la nicotina,
no te niego que la probé, sí, fumé
y por eso tengo potestad de decirte que la odié.
Me gusta bailar, eso lo tienes muy claro
bebo de vez en cuando y me gusta triunfar, aunque pocas veces gano.
He tenido amores a primera, segunda y tercera vista
aunque no he logrado que más de uno me desvista
A veces me provoca caminar sola por Caracas
y me vuelvo loca con El Ávila y sus faldas.
Lloro de noche, sonrío de día,
amo en las tardes y detesto la hipocresía
la practico a diario porque aún no maduro
vivo en lo claro y recuerdo en lo oscuro.
Amores frustrados, amores imposibles, de eso conozco mucho
y quisiera olvidarlo, a pesar de lo aprendido,
y a pesar de saber, de hecho
que es lo que me acerca a ti y a tu mundo.
Me gustan las sorpresas y las acciones creativas
que inventan algunos hombres para robarnos alegría
una interesante conversación a medianoche o a mediodía
con alguien que pudiera quedarse eternamente en mi vida.
Y es bien sabido que te gustan y me gustan mis pies
mis manos, mis uñas y la inocencia perdida en la niñez
ni tan perdida, porque aún no pierdo esa sonrisa
que le regalaba a mi papi al decirme "Benita"
innovador, eso tampoco lo recordabas,
me lo dijo en sueños, también que me adoraba.
Sé que leerás esto y no visualizas quién es
la loca que escribe estas líneas, y yo te lo diré
En principio comprende que mi segundo nombre es Suzet
y te diré más de lo que quieres saber
si algún día, en el espejo, tu mirada -mi mirada- inocente logras reconocer.

Firmado y sellado.

Me siguen los buenos