Nadie lo sabe, pero soy súper llorona... no sé por qué siempre trato de ocultarlo, como si fuese motivo de vergüenza, supongo que es otro de mis mecanismos de defensa: pocas personas pueden decir que me han visto llorar de verdad.
Tengo la extraña manía de tomar para mi el dolor y/o sufrimiento ajeno: porque me duele ver decaído a alguien que quiero de verdad, porque recuerdo esos momentos donde yo estuve igual y no tuve a nadie -o no quise tener a nadie- ahí para mi, porque soy de esas personas pesimistas que viven y padecen los peores momentos antes de que sucedan.
Hoy, por ejemplo, he leído varias cosas en varios blogs que tocaron la puerta de mis lagrimales: un post que habla del amor a distancia, ese que ha estado en mi vida como una sombra desde que tengo uso de razón y capacidad para enamorarme y otro post que hablaba del día del padre y de cómo se vive cuando ya no lo tienes... y es que siempre he estado tan cerca de la muerte...
Tengo el don de recordar las primeras y últimas veces de algo/alguien en mi vida... y la verdad, aunque es un don extrañamente interesante y quizás hasta importante o útil, no es para nada alegre, todo lo contrario... y son recuerdos, son muchas cosas que, por más que llore, las lágrimas no se las llevan...
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