Sé que me olvidé de este proyecto, pero créanme, ahora más que nunca tengo los recuerdos frescos... de hecho, el de hoy es uno que no me ha dejado en paz, no sé por qué me acuesto y me levanto pensando en ello, así que lo voy a escribir a ver si me deja tranquila. A esta persona no la conocí, de hecho lo más que le dije fue "mucho gusto", pero sus hijos han estado en mi vida antes y mucho más después de su muerte. Esta entrada será algo atípica, por eso es "plus".
De mis recuerdos:
Marlen
La primera -y única- vez que vi a la señora Marlén fue en mi graduación: una amiga me estaba tomando fotos con una cámara semi profesional y Génesis me pidió que le tomara una foto con su mamá y su hijo. Probablemente hubiese conocido a Emmanuel ese día, pero supongo que son cosas del destino. No le di mucha importancia al asunto y por eso no me explico cómo tengo ese recuerdo tan presente, a pesar de todo lo que se vive en dos días de actos de graduación.
Estaba en primer año de la carrera cuando vi a Genesis por primera vez: siempre estuvimos en secciones diferentes y sin embargo su grupo "odiaba" al mío y viceversa. Fue así durante más de tres años. Al principio la confundía con otra (Carolina) y pensaba que eran una sola persona porque ambas tienen el cabello negro, ondulado y se vestían parecido (jeans, zapatos deportivos, etc.) hasta el día que las vi juntas y dejé de creer que estaba loca porque unos días la veía morena y otros días blanca. Lo cierto es que, cuando nos tocó hacer prácticas profesionales juntas, el "odio" de más de tres años se desvaneció en menos de tres meses. Cosas de la vida.
El último recuerdo que tengo de ella antes de la muerte de su mamá coincide (más o menos) con el primer recuerdo que tengo de su hermano: las fiestas de graduación. Yo estaba con Raquel, Gaby y unos tragos de más (o de menos, comparado con el final de la fiesta), pero recuerdo perfecto que estábamos en el "lobby" chismeando a un matrimonio que se tomaba fotos antes de entrar a su respectiva fiesta cuando se bajaron Génesis y Emmanuel de un carro (lo que no me permite recordar el ron es el protocolo de presentación) y nuestro trayecto desde la entrada hasta la mesa fue fotografiado escalón por escalón. Las fotos ayudan a la memoria.
El último recuerdo que tengo de Emmanuel antes de la muerte de su mamá es una foto que se tomó de mi teléfono el jueves antes de ese viernes que le cambió la vida. Repito, las fotos ayudan a recordar: él sale con una mueca que odio (y nunca se lo he dicho) en unas escaleras mecánicas de un centro comercial. Tengo la certeza de que no entramos al cine, pero no recuerdo qué hicimos y, cuando decidimos irnos, su mamá lo llamó para que le comprara un postre... entramos a un local y él pidió una tartaleta de fresa (o una torta, no estoy segura) y nos fuimos.
Luego de leer el mensaje con la noticia el sábado en la mañana, recuerdo absolutamente todo lo que viví ese día, pero básicamente fue así: Génesis llegó, luego Emmanuel, fuimos al cementerio, los abracé pocas veces porque había mucha gente, los llamé al final de la tarde... el recuerdo más vivo y más triste de esos días tan difíciles fue en la entrega del título post mortem. Además, el día que los acompañé al cementerio... pero, en general, el proceso de haberse caído y levantarse poco a poco ha sido duro. Incluso hoy no puedo afirmar que estén completamente de pie.
La verdad, no sé de dónde saqué tantas palabras para la misma tristeza en tantos días diferentes, cómo me abstuve de llorar cuando él lloraba, de dónde me salió fuerza y valentía para apoyarlo cuando, en vez de levantarse, quería escarbar la tierra, hacer un hueco y meterse dentro. Fui alguien que él necesitaba y que yo no sabía que podía llegar a ser. Hay ciertas cosas que no sé si deba decir, pero aquí -y omitiendo el por qué- puedo darle las gracias, señora Marlén.
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