octubre 22, 2013

Vivir poéticamente

Transitar en las mañanas
saludando amablemente
y sonreír a desconocidos
es vivir poéticamente.

Ser usuario del Metro
junto a otro millar de gente
y de vaina tener espacio
para viajar decentemente

O subir a un autobús
y escuchar atentamente
al pedigüeño de turno
eso es vivir poéticamente.

Y rogar a las deidades
no toparte frente a frente
con algún amigo de lo ajeno
ladrón o "choro", comúnmente.

Pero si tus ruegos son ignorados
como sucede constantemente
no te preocupes, amigo
estás viviendo poéticamente.

Lo que nos sobra a nosotros
es la tan mentada "suerte"
de mantener a salvo la vida
ya que la seguridad es inexistente.

Al llegar a la oficina
y tomar el café de siempre
hay que pensar, entre otras cosas
que aquí la poesía sí está presente.

Volver a la rutina
del trabajo, humildemente
no nos aleja del todo
de vivir poéticamente.

Si su jefe es buena gente
es usted afortunado
pero si es todo lo contrario
¡pobre madre que tanto ha mentado!

Lo mismo si no trabaja
pero hace de estudiante
¿acaso cree que se salva?
Usted también sufre bastante.

Al finalizar las jornadas
nos toca la mejor parte
vivir lo mismo que en la mañana
pero con el estrés de la tarde.

Otra vez usar el Metro
duplicando la cantidad de gente
o calarse en el autobús
al pedigüeño insistente
al chofer malhumorado
o el Metro retrasado
la hostilidad del proletariado
¡esto es vivir poéticamente!

Cuando llega usted a casa
y cree que todo ha terminado
del grifo no sale agua
o su barrio no está iluminado

Toca bañarse con totuma
y usar velas románticamente
momento propicio para decir
¡esto es vivir poéticamente!

A propósito del artículo de Armando Rojas Guardia.

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