Y son 87 post y es el día que me toca hablar de uno de los mejores momentos de mi vida, del que tengo mucho que decir... es el día de decir que faltan SIETE días para vestirme de negro bajo las nubes de Calder... es el día de confesar públicamente que bajo las lámparas de mi cuarto reposan vestidos y zapatos ansiosos por ser estrenados bajo una "batola" negra que cierra un ciclo estudiantil de más de 15 años y que abre las puertas a una nueva etapa en mi vida.
Y es el día de decir que tres años en tesis no fue fácil... que empezamos hablando de generalidades muy amplias y terminamos aproximándonos a una interpretación muy específica... que durante el proceso fueron muchas las -y mis- lágrimas, alegrías, molestias, ironías, sarcasmos, chistes, momentos tensos, momentos de ocio, de flojera, de trabajo... momentos de tesis, pero que todo eso tiene la mejor de las recompensas, que hasta me regalaron indirectamente una laptop por medio de la cual estoy redactando estas líneas y que en algún momento debo devolver, que pasaron meses sin que yo hiciera algo más a cosas únicas y exclusivas de la universidad... que no planchaba -mi oficio hogareño por defecto- ni hacía nada más por tener fijado este momento como la meta principal, a pesar de muchas cosas.
Es el día de agradecer infinitamente a todos los que estuvieron presentes de alguna forma en este proceso, aunque ya lo hice en mis agradecimientos, de agradecer a Dios por los que ya no están y por los que llegaron durante toda esta locura a la que llaman graduarse. Sí, es emocionante, pero es una locura, a veces divertida y a veces estresante. Es momento de notificarle a todos esos mudos que me leen que empecé una carrera que ni sabía que existía, que fui a reparación, que pensé muchas veces en cambiarme, en salirme, en congelar el año... que aún no sé describir exactamente cuáles son mis funciones, pero que puedo contar con los dedos de UNA mano las veces que me copié y me sobran, que hice muy buenos amigos y espero conservarlos, que viví mi vida universitaria los últimos dos años y espero seguir viviéndola cuando haga postgrados y eso... que fui feliz y amargada estos cinco años, que quise y odié a muchos, a veces hasta en el mismo momento, que aprendí a no ser tan impulsiva, a no colearme en el comedor, a ser buena ciudadana porque no hago lo que no me gusta que me hagan, a detectar cuándo un profesor es pirata y cuándo es excelente... aprendí a aceptarlos a todos, a saber cuándo el olor es tabaco y cuándo es marihuana, a reírme cuando se besa una pareja de homosexuales en mi cara... a no discriminar al otro por su manera de vestir... a disfrutar de cada árbol, de cada vista, cada hoja, cada techo y cada pupitre, cada momento que viví y que viviré porque son tiempos que ya no volverán...
Puedo decir con propiedad que la Universidad Central de Venezuela, además de ser una institución académica, es una experiencia de vida, es una casa, un hogar, una madre, una gran etapa que no todos sabemos aprovechar ni disfrutar... que en ella se enseña mucho y se aprende mucho, que se vive y se muere, lamentando lo último... que corremos por diversión y por necesidad, que gritamos por alegría, por miedo, por alertar, por ahuyentar... que lloramos por rabia, por miedo, por tristeza, por bombas molotov, por bombas lacrimógenas... pero a pesar de ello, todo ucevista tiene una RISA AZUL en su rostro quiera o no y debemos mantenerla, todo ucevista tiene en sus pupilas el campanario -reloj- para marcar las horas de su vida, reloj que felizmente pude disfrutar porque fue reparado durante mi estadía... todo ucevista vivirá por siempre bajo las nubes de Calder y sobre las tablas del Aula Magna, actuando en su propia obra y aplaudiendo sus propios triunfos... todo ucevista que se tropiece, lo hará contra alguno de los murales de Plaza Cubierta... y tendremos presente cada parte de la UCV, y así sea mínima, para nosotros será grandiosa, majestuosa.
Nunca antes había estado tan orgullosa de decir que soy UCEVISTA, amo cada kiosko, cada cancha, cada metro de grama, de edificación, de asfalto, de montaña de esa gran Ciudad Universitaria... hoy pensando en escribir esto lo supe... y durante estos "últimos" siete días la amaré intensamente, y durante toda mi vida la llevaré bajo mi brazo, en mi memoria y dentro de mi corazón como un amor que nunca se olvida... y siempre podré volver a ella y demostrarle cuán importante resultó para mi vida... faltan SIETE días para vestirme de toga y birrete y seguir un camino que inicié hace cinco años bajo las nubes de Calder sin darme cuenta realmente dónde estaba y hacia dónde iba... SIETE DÍAS para recordar CINCO AÑOS que tienen como resultado DOS DÍAS en el Aula Magna, un título de Licenciada y un sinfín de recuerdos que perdurarán hasta el último de mis días.
Es el día de empezar a demostrar públicamente lo FELIZ que me siento de ser, en un futuro excesivamente próximo, una EGRESADA UCEVISTA.
PD: No será el último post de este estilo, recuerden que tengo siete días...
Firmado y sellado.