octubre 09, 2012

Capítulo 1: Tolerancia

Lo intento.

Con todas las fuerzas que me permite el guayabo electoral intento mentalizarme que debo aceptar al otro, que también es venezolano, que debo respetarlo aunque no comparta su pensamiento, que es hora de dejar las diferencias a un lado y buscar esos puentes que nos unen, que luchar por el país no significa solamente salir a votar y escribir en twitter.

La mejor frase que me define hoy es "cruzo el río en una noche sin luna", cursi pero real, nada me da más miedo que el agua en la oscuridad y para mi una persona que "apoya los ideales" de Hugo Chávez es eso, incertidumbre porque no sabes qué te depara, no sabes si confiar o tener miedo, no sabes si te ayudará o te hundirá.

Hablo desde la experiencia, las personas que conozco se "refugian" en palabras [en su mayoría insultos] enunciadas por su máximo líder para referirse o defenderse de la oposición; parece que no recordaran nuestro nombre, que no nos reconocieran desde nuestra individualidad sino como un colectivo enemigo, cosa que eso también hemos hecho -y seguimos haciendo- de este lado y que estoy trabajando para erradicar en mi.

He leído muchos artículos relacionados a la unidad, a la reconciliación, a dejar de vernos como "aquel chavista" o "aquel escuálido" y buscar esos puntos comunes que nos hacen parte de un mismo pueblo que, a pesar de sus diferencias de pensamiento, puede convivir: lo decía en el post anterior, somos venezolanos y tenemos las mismas alegrías [la Vinotinto, por ejemplo] y los mismos problemas.

Justo cuando me planteo iniciar ese cambio, ese diálogo, esa reconciliación de la que tanto he leído, me encuentro con la cara de ese, mi hermano, mi compatriota, también venezolano, con una risa burlista, de satisfacción por mi "sufrimiento", esa sonrisa de "somos más que ustedes", de enemistad y odio que se ha propagado a la población desde el máximo puesto político y se ha sembrado en todos, especialmente en ellos.

Ese odio es el que hoy nos impide vernos a la cara, hablar de asuntos -buenos o malos del país con alguien que no tiene nuestra preferencia política, nos impide vivir en comunidad... es lo que nos ha hecho discutir hasta con "los nuestros" -refiriéndome específicamente a la oposición- luego de los resultados electorales, porque unos creen que hubo fraude, otros se resignaron, otros más cansados tiraron la toalla y muchas otras reacciones que quizás no conozco.

Eso es básicamente es lo primero que reconozco en ellos: a pesar de cualquier cosa que podamos decir y de las múltiples desventajas que podamos ver, ellos son un solo bloque; lo queramos aceptar o no, han sabido permanecer dentro de un mismo camino, por decirlo de alguna manera, obteniendo los resultados que esperan y es lo que nos ha faltado a nosotros: unidad, consenso, un objetivo claro y preciso más allá de única y exclusivamente sacar a Chávez, porque sí, es un objetivo, pero ¿después qué? Creo que hoy tenemos más claro qué viene después de eso y tiene nombre y apellido.

Mi solución personal es continuar, más allá de que quedó un líder opositor, tenemos que trabajar desde nosotros, iniciar el cambio en nuestra manera de pensar y de actuar ante las situaciones que se nos hacen difíciles o insoportables; sé que cuesta, en uno o dos meses no lo vamos a lograr, pero hay que empezar, humildemente, como lo hemos hecho muchos: reflexionando y pensando objetivamente, inteligentemente, actuando y haciendo actuar al otro desde nuestro ejemplo y no desde nuestro pensamiento, porque sé de muchos -y me incluyo- que van por la vida pregonando unidad, respeto, aceptación y lo primero que hacen es ofender e ignorar al que piensa diferente.

Es difícil ver y escuchar a un chavista [e insisto, no lo digo peyorativamente] burlándose en tu cara y no mandarlo a comer mierda, porque es lo que provoca y creo que al principio es lo que haré porque uno no cambia de un día para otro, los procesos son eso: una continuidad de sucesos en los que vas reflexionando y cambiando tu manera de pensar y por consiguiente de actuar, no es una inmediatez, no es un suiche que prende y/o apaga una conducta.

Poco a poco aprenderé, y es lo que me gustaría que todos aprendiéramos: a educarlos, a enseñarles con el ejemplo, a hablarles aunque me griten, a decirles por sus nombres aunque me digan "majunche", "boliburgués", "pitiyanqui", aunque esa persona no me reconozca como su igual, trataré con todas mis fuerzas de reconocerlo como persona y como venezolano más allá de su pensamiento resentido e infundado por su fanatismo hacia una persona, porque para mi eso no es ideología.

PD: Uno de los tantos nudos que tengo en la garganta, sé que vendrán más. Extenso pero necesario.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Excelente amiga.... cuanto nos cuesta procesar la tolerancia cuando debe empezar por nosotros mismos y sobre todo cuando va acompañada de este guayabo que no pasa... me uno a tus lineas!

    ResponderEliminar

Me siguen los buenos