Hay una línea muy delgada entre el gustar y el ser un idiota, en esa línea deberíamos estar todos, aunque obviamente no cabemos. Ese espacito mínimo define lo que soportas o no, lo que dejas pasar y lo que enfrentas, lo que tienes que admitir que no te gusta, lo que te hace tener conciencia de que, aunque alguien te guste, no puedes sobreponer su vida, su bienestar y sus intereses por encima de los tuyos.
"Aprendí que el gustar no puede colocarse por encima de la razón"
Lamentablemente el ser humano -en su mayoría- no aprende de buena manera: siempre es a los golpes, con las caídas, con las decepciones, con el dolor, con las malas experiencias... afortunadamente aprendemos, por muy "chimba" que sea la experiencia, aprendemos, por muy mal que nos trate la vida, aprendemos, por muy poco que creamos merecernos algo, es cierto que "todo pasa por una razón".
"Ya ves
y yo sigo pensando en ti"
Pablo Milanés
Negarlo sería autoengañarme. Pero hay una gran diferencia en cómo te pensaba antes y cómo te pienso hoy. En parte es mi culpa, lo sé y lo admití, pero el hecho de asumirla y que de todas maneras te juzguen y te traten como a una mala persona, hace que te conviertas en quien no quieres ser con esa persona que te importa, hace que analices la situación, que comprendas que no tienes nada que ganar, que ya perdiste lo único que podías perder y eso te vuelve indiferente... y deja de importarte.
Ya ves...
"c'est la vie".
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