noviembre 21, 2011

Días de noviembre


A veces amo tanto estos días 
que odio tener que vivirlos sin él.

Solía salir abrigada a caminar por el frío de noviembre sabiendo que siempre llegaría tu mano a calentar la mía... tú, con tu mejor traje de hombre interesante, no sólo le dabas calor a mi mano: ese era el principio para calentar los fríos días de noviembre.

Solía sentarme en el mismo café, el mismo día de noviembre: ese que acordamos que sería nuestro, simplemente porque ahí teníamos una mesa que eligió ser nuestra desde aquella vez que nos tocamos bajo su mantel; reíamos con la adrenalina de un par de adolescentes que se tocan en el cuarto de sus padres.

Hoy es ese día de noviembre y aquí estoy sentada en el café de siempre, frente a frente con tus recuerdos y negada a que otro ocupe tu silla... ya sé que no estás y que no estarás más; ya sé que yo debo dejar de frecuentar este café en este frío día de noviembre.

Este día, tan importante para ti y que hiciste que lo fuera para mi, lo celebro todos los años desde que te conocí; lo celebraba contigo y ahora sin ti... sé que debo dejarlo atrás, así como te dejé a ti; quizás sea lo único que nos queda en común, no sé si donde estés lo celebres como siempre...

No sé si puedas verme escribirte esto y no sé si te duela como me duele a mi este par de lágrimas que mojan este cuaderno cada año que celebro tú celebración sin ti... el mismo cuaderno donde escribí nuestra historia y que guardará este escrito para ti, si es que vuelves algún día para leerlo.

El mesero se extraña todos los años: sonrío al llegar y me despido entre sollozos; la misma rutina año tras año... prometo que éste sera un año diferente, será la última vez: no quiero que me veas así nunca más; quiero que tengas un hermoso recuerdo de mi, quiero olvidar y que olvides que alguna vez aprendí a llorar.

Hoy, luego de salir de aquí, iré a tu encuentro... por última vez beberemos vino, celebraré que estuviste en mi vida y volveremos a amarnos... me tomarás de la mano como en los viejos tiempos, me abrazarás y dejaré que lo hagas porque el rencor ya lo guardé bajo llave y lo lancé al mar.

Quizás me multen por beber vino en un camposanto, pero será la mejor manera de sellar tu recuerdo en mi corazón como uno de los mejores de toda mi vida... quizás así dejes de dolerme tanto.


"No hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió"
Joaquín Sabina. Con la frente marchita.
Esto es lo último que escribiré por y para él.
Al menos eso espero.

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