Hoy es uno de esos días donde mi oído decide que no va a escuchar la letra de la música que se reproduce, no, hoy es uno de esos días donde prefiere escuchar el fondo musical, los instrumentos, la melodía... no sé si les pasa, pero a veces mi oído es así, prefiere escuchar el trasfondo de las canciones que escuchar lo explícito.
La misma historia es mi corazón: ese necio que busca donde no hay, que escucha lo que no se ha dicho, que siente lo que no se le ha pedido... mi corazón, como mi oído, se agudiza para buscarle la vuelta a su favor a todo lo que dice que siente el objeto de su interés... la diferencia es que mi oído se agudiza a veces y mi corazón nunca deja de agudizarse... eso es malo.
Es malo porque no deja de ilusionarse, no deja de querer, no descansa... no quiere vivir solo y, sin embargo, eso ha estado haciendo por más de cuatro años sin darse cuenta, lo que pasa es que ha estado ocupado ilusionándose con cuanto trapo sucio pasa por su casa... y digo trapo sucio porque, vamos, un corazón que ama a otro no puede estar limpio y puro, ¿o sí? Y te tenemos esa barajita repetida infinidad de veces.
Lo peor de todo es que, por abrirle la puerta a los trapos sucios, no se da cuenta de los trapos limpios que rondan su ventana... pero no siempre el corazón se fija en quien queremos que lo haga, por más que intentemos amordazarlo y usar el cerebro, simplemente este órgano no fue hecho para el amor.
Lo que intento ahora es olvidar lo que siento, dejarlo fluir de otra manera, tratar de que mi corazón deje de buscar el transfondo de lo que le dicen de manera explícita y concentrarme en actividades productivas... ayer mismo caminé TRES HORAS desde mi casa hasta un evento que hubo en Los Palos Grandes, solo para olvidar que quiero más de lo que debo querer... y creo que está funcionando.
Solo intento que mi corazón, como mi oído, se agudice a veces... solo a veces.